
¿A quién no le gusta recibir un trato educado y agradable cuando recurre a los servicios de una empresa?
¿No habéis tenido nunca la sensación de comprar algo porque realmente lo queríais pero no porque el vendedor o la vendedora nos brindasen un trato adecuado?
Philip Humbert cuenta una historia de un autor anónimo que ilustra perfectamente lo que queremos decir, la historia tiene por título "Una Noche Tormentosa"
Cuenta la historia que una noche tormentosa, un hombre ya mayor y su esposa acudieron a un pequeño hotel de Filadelfia para resguardarse de la lluvia torrencial.
Cuando llegaron al mostrador pidieron una habitación para pasar la noche, pero, el empleado que les atendió comentó amablemente que lo sentía pero que todos los hoteles de Filadelfia, incluido el suyo, estaban totalmente ocupados a causa de tres convenciones que se celebraban esos días allí.
El matrimonio se angustió al pensar que tendrían que volver a salir con la tormenta que estaba cayendo en esos momentos.
El empleado, atentamente les comentó:
- Señores, no puedo dejarles tirados en esta noche tan tormentosa, así es que, si aceptan la incomodidad de mi habitación, se la presto gustoso. Yo dormiré perfectamente en el sofá de la sala.
El matrimonio agradecido rehusó la invitación, pero ante la insistencia del empleado y sabiendo el tiempo que hacía fuera, terminaron aceptando la amable invitación.
Al día siguiente, el hombre pidió por el empleado que tan amablemente les había cedido su habitación para pasar la noche y le dijo:
- Usted es la persona que yo contrataría como gerente en mi propio hotel. Si un día construyo uno, no dude que vendré para contratarle.
El empleado agradeció lo que él creía cómo un simple cumplido y se despidió amablemente de la pareja.
Dos años más tarde este mismo empleado recibió una carta de aquel hombre, en ella le recordaba esta anécdota y le adjuntaba un pasaje de ida y vuelta a New York con la demanda de que fuera a visitarlos.
El empleado acudió a la cita con gran curiosidad. Una vez allí, el hombre lo acompañó hasta la Quinta Avenida y le señaló con el dedo un impresionante edificio a la vez que le decía:
- Este es el hotel que he construido para que usted lo dirija.
El conserje se quedó atónito y, no con una cierta dificultad dijo:
- Está bromeando, ¿Verdad?
- Le puedo asegurar que no, en absoluto. - Le respondió sonriente el hombre.
Y así fue como William Waldorf Astor construyó el Waldorf Astoria original y contrató a su primer gerente de nombre George C. Boldt (el nombre del conserje protagonista de esta historia).
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